Mindfulness  se puede traducir como conciencia plena. Es otra forma de decir meditación. No como un espacio de reflexión, sino todo lo contrario, es ir más allá del pensamiento, más allá de la mente. El mindfulness busca apagar el pensamiento para situarse en un eterno testigo. Si esto no es posible (que no lo será en lo inmediato) no quiere decir que no puedas meditar, significa que lo puedes hacer observando tus propios pensamientos, fantasías, recuerdos, etc.; presenciar tus sensaciones y emociones; y finalmente todo lo que ocurre fuera de ti, lo que puedes percibir por medio de tus sentidos.

Si nos tomamos un momento para teclear la palabra mindfulness en algún buscador de internet (recomendamos especialmente Google escolar), encontraremos decenas, sino que cientos de investigaciones, sobre mindfulness, realizadas por investigadores de las mejores universidades del mundo. La mayoría encontraron que esta forma de meditación es efectiva como herramienta para combatir el estrés, la ansiedad, la obesidad y la depresión, males de nuestro tiempo. Pero además ha sido probada, con resultados asombrosos para mejorar el rendimiento deportivo y escolar. Es útil para todas las edades y se aplica actualmente en numerosos campos de la actividad humana tales como la psicoterapia, el coaching, la escuela y el trabajo.

Mindfulness es una práctica espiritual que tiene su origen en el budismo-zen. Su introductor en occidente es el monje vietnamita Thich Nhat Hanh, quien cuenta con una vasta obra sobre el tema, destacando el milagro del mindfulness. Un libro accesible, tanto en lo económico como por su lenguaje, que nos introduce, con ejercicios concretos a esta disciplina.

Thich Nhat Hanh pertenece, como señala su biografía, a un “…budismo comprometido…exhorta a hacer frente a las desigualdades e injusticias sociales, económicas y políticas de manera individual para crear un cambio global… Propuesto para el Premio Nobel de la Paz, Thich Nhat Hanh vive actualmente en Francia…”.

Contra lo que pudiera creerse, el mindfulness es una práctica muy sencilla que se puede realizar muchas veces, en periodos de tiempo de un minuto; o, en sesiones de 30 a 40 minutos; en el transcurso de un día haciendo cosas cotidianas; o mejor aún convertirlo en una práctica permanente.

Mindfulness básicamente significa prestar atención de manera receptiva, con curiosidad y flexibilidad.

Las habilidades del mindfulness se dividen en tres categorías:

1.-Desactivación: alejarse y deshacerse de pensamientos, creencias y recuerdos inútiles.

2.-Aceptación: dejar lugar a sentimientos, impulsos y sensaciones dolorosas, y permitir que entren y salgan sin oponerse.

3.-Contactar con el momento presente: comprometerse totalmente con nuestra experiencia aquí y ahora, con apertura y curiosidad.

Mindfulness, en un sentido amplio, significa ser consciente con una actitud abierta y receptiva de lo que está sucediendo en el momento presente.

La meditación pretende la atención plena. Nos enseña: a contemplar, con gran precisión, nuestros procesos perceptuales; a observar, de un modo sereno e imparcial, la emergencia del pensamiento y de la percepción; y, a ver nuestras reacciones sin quedarnos atrapados en ellas. Es fundamentalmente una experiencia, más que una teoría. Consiste, principalmente, en aprender a vivir.

El meditador que sigue el camino hasta el final logra: salud mental, amor puro hacia todo lo que vive y la cesación del sufrimiento. 

La felicidad, nos dice Thich Nhat Hanh, “consiste en armonizar lo interior con lo exterior”.

Invitación: Para quien se interese en el tema, el Instituto Humanista de Sinaloa (IHS), organiza el taller “Mindfulness y relación terapéutica”, para el 13 de agosto del año en curso. Impartido por el Dr. Miguel Ángel Santed Germán. Para mayores informes: www.ihs.edu.mx , o a los teléfonos (667) 172 01 55 | 960 05 35.  O si lo prefieren al correo electrónico Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.