De la misma manera que existen los Primeros Auxilios Médicos, existen los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP).

Ante la circunstancia de una persona atropellada, es bien sabido, que hay todo un protocolo de ayuda para evitar daños mayores, mientras llega la asistencia médica. De intervenir, sin conocimiento de causa, podemos ocasionar  incluso la muerte actuando con las mejores intenciones.

Lo mismo ocurre con los PAP, con la diferencia que estas se circunscriben a la atención emocional y logística de las personas, familias o grupo de personas que han sufrido un evento traumático que van desde un incidente crítico cotidiano, como la aparición de alguna enfermedad grave en algún miembro de la familia, muerte de un familiar, pérdida del patrimonio, hasta emergencias masivas como inundaciones donde hay pérdidas de bienes y vidas; masacres, guerras, desplazados, terremotos, etc.

Los PAP se deben aplicar, de preferencia, en las primeras 72 horas posteriores al hecho  traumático y debe contemplar tanto a adultos, como mujeres, niños y adolescentes afectados por el acontecimiento.

Los protocolos de ayuda son específicos según la edad de las personas. Mientras que los niños pequeños tienen ideas mágicas sobre la muerte, los niños de entre 6 y 9 años necesitan información a la altura de su comprensión cognitiva. Los adolescentes pueden responder con aislamiento o coraje ante el mismo suceso, que se aúna a los conflictos intrapsíquicos propios de su edad. Por sus partes los adultos se pueden sentir desconcertados o entrar en estado de shock ante una realidad que los rebasa. Agregando que son en los que recae la mayor responsabilidad para manejar la situación en la familia.

Una mala intervención puede generar daños mayores (suicidio, accidentes, depresión profunda o desencadenar una enfermedad mental irreversible). Por eso es importante una persona especializada y preparada en PAP. No basta con ser psicólogo, psicoterapeuta, psiquiatra o médico. Es necesario prepararse para atender estas situaciones de riesgo.

Los PAP tienen tres objetivos: primero, reducir el nivel de estrés inicial causado por el evento traumático; segundo, fomentar la adaptación a corto, mediano y largo plazo y; tercero, potenciar las estrategias de afrontamiento. Esto es, la persona aprenderá a ser funcional, no obstante la pérdida. Sabrá: cómo tratar el tema con su familia, estructurar una red de apoyo, clarificar cual es la ruta que se sigue en un proceso de duelo.

Pasadas las primeras 72 horas, no termina aún el proceso de asimilación del hecho traumático. Se puede prolongar aún por meses, incluso años, aunque esto requerirá de otros tipos de ayuda psicológica. Pero que transcurra con normalidad, de manera sana, dependerá en gran parte de la ayuda inicial que proporciona los PAP.

Cuando alguien aplica los primeros auxilios psicológicos, debe tener en cuenta los siguientes principios: 

  • Modelar respuestas saludables: actuar con calma, amabilidad, de forma organizada y respetuosa.
  • Mantener visible y cercano, aunque sin resultar invasor.
  • Asegurar la confidencialidad
  • Por difícil que sea la situación, no exceder competencias ni ultrapasar el marco de la aplicación de los PAP
  • Si fuera necesario, referir a las personas que lo necesiten a centros y/o profesionales adicionales
  • Si se está interviniendo con otros profesionales y/o voluntarios, ser respetuoso y atenerse a las indicaciones de la coordinación. 
  • No olvidar el propio auto cuidado y estar atento a las propias necesidades físicas y emocionales.